martes, 7 de abril de 2015

Léeme deprisa.

Bailamos desenfrenados cuando no tenemos miedo a que nos miren y nos cogemos de la mano porque no sabemos usar los bolsillos. Me miras a los ojos porque quieres verte en ellos, y me besas la mejilla queriendo huir de tus labios. Basta. Este vaivén de no saber en qué curva vas a estrellarte me mata, y la incertidumbre de donde estarás mañana me agota. Y es que desisto de amar a una sombra, un fantasma que me engaña y me despista... o quizás sea yo la inconsciente y única culpable de haber sido remolcada por tu marea y de encontrarme en este pozo del que nunca vas a sacarme.
Solo me queda rendirme al tiempo y guarecer a cualquiera que sea el ulterior efecto.

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